*El panteón 5 de Febrero de la ciudad de Xalapa nos lleva a la época porfiriana, a un paseo por seis mil tumbas de arquitectura barroca popular, neogótico, neoclásico, tardío, art nouveau y art déco
Javier Salas Hernández
Xalapa, Ver.- Una pesada reja metálica en color negra, forjada hace más de cien años, es el portal entre la época actual y la porfiriana en Xalapa, una ciudad de raíces indígenas.
La verja, de dos metros de ancho por cuatro de alto, es uno de los puntos exactos, en pleno Siglo XXI, que divide la vida moderna y antigua.
Es la entrada principal al Panteón Municipal 5 de Febrero, ubicado en la calle del mismo nombre, el primero en Xalapa, construido cuando la vida transcurría entre caballos, burros, y tranvía, y uno que otro automóvil.
Acumula un legado histórico de 192 años y una extraordinaria arquitectónica, que va desde el estilo barroco hasta el estilo neoclásico.
Su construcción en el año 1831, durante el periodo de la gubernatura de Sebastián Camacho Castilla, lo hace uno de los panteones municipales más antiguos del país, por eso, el 11 de diciembre de 1986, fue declarado monumento histórico por el presidente de México, Miguel de la Madrid Hurtado.
Fue edificado en las afueras de la ciudad, sin embargo, con el paso del tiempo la mancha urbana lo alcanzó y ahora, prácticamente se encuentra en pleno corazón de Xalapa.
Al desplazarse sobre la calzada principal va quedando atrás la vertiginosa vida citadina para adentrarse a un espacio porfiriano, más íntimo. Se camina entre cerca de seis mil tumbas de arquitectura barroca popular, neogótico, neoclásico, tardío, art nouveau y art déco.
Aquí yacen los restos de políticos y benefactores de la ciudad. Entre ellos, Enrique Conrado Rébsamen, pedagogo mexicano nacido en Suiza, el 8 de febrero de 1857, quien llegó a Veracruz en 1885 para emprender las grandes reformas educativas. Gracias a su legado, la Benemérita Escuela Normal Veracruzana lleva su nombre.
Los exgobernadores Juan de la Luz Enríquez, Antonio María de Rivera y Sebastián Camacho Castila. También se encuentran los restos del general Maximino Ávila Camacho, exgobernador de Puebla, y hermano del presidente de México, Manuel Ávila Camacho.
En este panteón, el 8 de junio de 1938, fue sepultado Rafael Guizar y Valencia, quinto Obispo de Veracruz, quien 12 años después fue exhumado para llevar sus restos a la Catedral Metropolitana y para sorpresa de todos, su cuerpo se encontraba prácticamente intacto; hecho que lo llevó a los altares de la Iglesia Católica.
Los restos de benefactores de la ciudad como Eduardo Coronel, Beningo Oceguera; Justo Félix Fernández López y los miembros de la familia Sayago.
El cementerio tiene una sección de columbarios, paredes donde también se sepultaban personas como una forma de hacer sepelios de primera, segunda y tercera clase.
El panteón 5 de Febrero se resiste a sucumbir a los embates de la modernidad.